Muchos días de repaso en confinamiento permanente, me han llevado al estudio sociológico y político criminal del manejo que el Estado, ha hecho de sus políticas públicas en tiempos de pandemia, volcando la mirada hacia el accionar penal, hacia el expansionismo del populismo punitivo de la venganza penal.
El “Penalismo mágico” en los tiempos del cólera, es una visión del mundo que ha crecido con el neoliberalismo, que se ha intensificado al pasar del Estado Social al Estado Penal y está en la base del populismo punitivo que gobierna a través del delito. Pero el “Penalismo mágico” es más profundo.
Sus orígenes se hunden en la idea mítica de la violencia como fundadora del orden social, lo cual en parte de unas de las ideas de fundadores de la filosofía política moderna como lo fue el inglés Thomas Hobbes, asimismo sus raíces se deben al austriaco Freud, padre del psicoanálisis y una de las mayores figuras intelectuales del siglo XX.
El entusiasmo ante el ensueño de que un golpe de Estado derroque al Gobierno, el asentimiento satisfecho ante las miles de sanciones impuestas a nivel Internacional, el aplauso ante los abusos policiales contra quien se salta la cuarentena, la normalidad con la que asistimos a la «huida hacia adelante» por parte del Régimen Madurista resulta un patrón de conducta establecido. Justo cuando la justicia internacional se posa sobre Venezuela, el Chavismo decide mostrar nuevamente su rostro más barbárico. Parece que la sensación ilusoria de fortalecimiento que la alta cúpula del Madurismo podría sentir en estos momentos enceguece por completo una lectura objetiva de cómo va este juego, de quién va ganando y quién va perdiendo, de cuánto a cuánto va este marcador, mientras tanto, todo lo seguirá decidiendo la vara del penalismo mágico.
La militarización de la vida pública, todo eso responde a una fe secular muy arraigada. Hay una cierta pasión hacia el castigo en este país, una veneración extrema a la sanción penal, hay un gran sector de la sociedad que idolatra el poder coactivo del Estado, convirtiéndose en el “modus vivendi” del venezolano.
Al igual que el confinamiento no sirve para extinguir la pandemia, ni el Derecho penal ni la intervención de medios de comunicación sirven para resolver los problemas sociales, políticos y sanitarios que nos afectan. El autoritarismo no sirve para reducir la pobreza, el castigo no sirve para reducir la criminalidad, el Derecho penal no sirve para acabar con el machismo y, desde luego, la represión no es la manera democrática de responder a estos nuevos tiempos del cólera.
Autor: Jorge Fernández
Abogado criminólogo
Periodista egresado de la Universidad del Zulia
Redes Sociales: @jorgeLFR
Advertencia: El Portal web Aquí Se Habla Derecho ® no es ni podrá ser usado como asesoría u opinión legal, en vista de que se trata de un documento puramente informativo.